Crea mal arte
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Como escritor novel, siempre me enfrento a la dicotomía entre lo que quiero escribir y lo que realmente termino escribiendo. Lo primero, la idea que tengo en la cabeza, es clara y normalmente bien formada, con un ritmo fluido, personajes que saben lo que quieren y actúan con su propio criterio, y escenas concisas y nítidas. Lo segundo, la escritura sobre papel, suele ser bastante más confusa y caótica, con algunos pincelazos de buena prosa mezclados generosamente con frases torpes, palabras que no son las adecuadas, personajes a los que solo se les intuye una intención, y un ritmo que fluctúa entre la exposición dura, la acción a veces confusa, y detalles superfluos. No voy a decir que todo lo que escribo es malo, pero me cuesta que salgan escenas con las que esté satisfecho.
Ya sé que la escritura no es escribir y ya está, sino que requiere un proceso de edición y reescritura, de recortar, cambiar, y ajustar hasta que quedemos satisfechos con el resultado. Pero la verdad es que cuando leo lo que he escrito me quedo con una pobre impresión sobre mis habilidades, algo que me desanima sobremanera y me lastra a la hora de seguir.
Ya sé que esto no es sino el efecto de la brecha entre mi gusto y mis habilidades, como bien explica Ira Glass aquí, pero eso no significa que no me desanime.
Pero no todo está perdido. Aunque no he conseguido encontrar ningún estudio o evidencia científica al respecto, parece que la calidad artística puede mejorar con la cantidad de intentos (ejemplos aquí, aquí y aquí). Sé que es una perogrullada decir que si uno entrena, mejora, pero parece que en el arte siempre buscamos la calidad en el primer intento, apostando todo al talento, en vez de emparejarlo con el esfuerzo y las ganas de mejorar.
Por eso hay que crear arte, incluso si es mal arte. Hay que practicar como si fuéramos deportistas en el campo de entrenamiento, probando nuevas maneras de hacer las cosas, o intentando mejorar una técnica, fallando aquí y allá hasta que conseguimos esa pizca de avance que buscábamos. Pero esto no debe ser un empeño ciego o hacer por hacer, sino que debemos ser conscientes de lo que estamos practicando y aprender de los errores y aciertos que tengamos. Hay que usar lo que se llama práctica deliberada (en inglés) para intentar mejorar.
Siguiendo con la analogía del deportista, éste solo está a la vista del público cuando compite, pero poca gente sabe la de intentos, horas y esfuerzo que ha dedicado en el campo de entrenamiento hasta que ha conseguido llegar hasta ahí. Y nosotros deberíamos hacer lo mismo con respecto al arte. Practicar, fallar, corregir, sudar, enfadarnos porque lo que hemos hecho no es lo que esperábamos, pero volver al día siguiente, una y otra vez, sabiendo que sólo el que lo intenta puede de verdad mejorar.
Así que crea mal arte, y sigue el sabio consejo de Jake, el perro: “Tío, ser malo en algo es el primer paso para ser bueno en algo.”